lunes, mayo 08, 2006

Popularidad de Bush se desploma a su nivel más bajo con un 32%

7 may (EFE).- Los precios de la gasolina han subido un 30 por ciento en Estados Unidos en un año y la popularidad del presidente George W. Bush ha caído al nivel más bajo de su gestión, en una combinación que preocupa a los republicanos de cara a las elecciones legislativas de noviembre. Una encuesta del Instituto Ipsos indicó que sólo el 33 por ciento de los estadounidenses aprueba ahora la gestión de Bush, y otros sondeos sitúan el nivel de respaldo en un 32 por ciento.

Los estadounidenses concurrirán a las urnas en noviembre para renovar la Cámara de Representantes y un tercio del senado, y esta semana los comentaristas conservadores multiplicaron sus advertencias de que el Partido Republicano podría perder la mayoría que ha tenido en ambas cámaras desde 2001.

La oposición demócrata no es lo que más preocupa a los republicanos que se jugarán sus escaños en noviembre. La preocupación viene por la creciente decepción que expresan los sectores más conservadores con un Gobierno que ha aumentado el gasto y el déficit y parece agotado.

Un 45 por ciento de los conservadores encuestados por Ipsos asegura ahora que desaprueba la gestión del presidente. Igualmente impopular es el Congreso estadounidense.

En los últimos sesenta años sólo ha habido un presidente con una popularidad menor a seis meses de unas elecciones legislativas.

El desafortunado fue Richard Nixon y la fecha mayo de 1974, cuando los republicanos perdieron 48 escaños en la Cámara de Representantes y cuatro en el Senado por las repercusiones del escándalo de Watergate, que llevó a Nixon a dimitir en agosto de ese año.

La gasolina tiene hoy un precio promedio en todo el país de casi 3 dólares por galón (79,3 centavos de dólar por litro), y aunque es todavía bajo comparado con otros países industrializados, representa un incremento de 70 centavos por galón (18,5 centavos por litro) desde hace un año.

Aunque es poco lo que el presidente Bush o el Congreso pueden hacer ante un problema que, en una economía de mercado libre, refleja la puja fundamental de oferta y demanda, el público estadounidense culpa a los políticos y a las empresas petroleras por este incremento.

Más y más gente ha empezado a reducir el uso de sus vehículos -algo que si se hiciese de manera general y sustancial podría bajar los precios- y la moderación en el consumo podría afectar los viajes en la próxima temporada veraniega del hemisferio norte.

La senadora demócrata Maria Cantwell, del estado de Washington, pidió el sábado al Congreso aprobar una ley que convierta en delito federal la manipulación de los precios de los combustibles, algo que hasta ahora las autoridades no han podido demostrar que ocurra.

"Los demócratas creen que la oferta y la demanda son fuerzas básicas que guían nuestra economía", sostuvo Cantwell. "Pero aun esas fuerzas demandan una transparencia real que asegure que los mercados funcionen de la manera en que se supone que deben funcionar".

Aunque Bush obtuvo un respaldo claro de la ciudadanía con su victoria en las elecciones presidenciales de 2004, desde entonces su gestión ha mostrado creciente debilidad. En 2005 el presidente dedicó buena parte de su capital político a la promoción de una reforma del sistema de pensiones que fracasó y ha sido abandonada.

Tres años después de la invasión de Irak, un conflicto que ha dejado más de 2.400 soldados estadounidenses muertos y casi 18.000 heridos, la mayoría de los norteamericanos cree que fue un error la campaña, y que Bush no tiene un plan claro para terminar la intervención militar en ese país.

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