domingo, marzo 19, 2006

Popularidad de Blair en picada

Londres, 19 mar (PL) La popularidad del primer ministro británico, Tony Blair, exhibe hoy los niveles más bajos de sus tres mandatos, afectados por escándalos y la ocupación de Iraq.

Blair cuenta sólo con el respaldo del 36 por ciento de los británicos, el índice menor desde que asumió por primera vez las riendas del gobierno, según un sondeo publicado por el periódico londinense The Sunday Times.

El Partido Laborista, del primer ministro, obtuvo el 35 por ciento de aceptación, mientras el Conservador, principal de la oposición, alcanzó el 38 por ciento de las preferencias.

La caída en picada de la popularidad del primer ministro se registra en medio del escándalo desatado al divulgarse que los laboristas ingresaron en sus fondos más de 25 millones de dólares por concepto de préstamos no declarados.

En consecuencia, el 54 por ciento de los entrevistados señalaron que el primer ministro no actúa correctamente, pues se dice que prometió el ingreso en la Cámara de los Lores a los empresarios que hicieron grandes donaciones al laborismo.

Al desatarse la polémica sobre la financiación del grupo gubernamental, se retiraron de las propuestas del ejecutivo a esa instancia parlamentaria a cuatro directivos de compañías, el último de ellos Gulam Noon, según el diario The Sunday Times.

Pero el descenso de aceptación de Blair también coincide con el tercer aniversario de la invasión anglo-estadounidense a Iraq, con la cual comenzó a deteriorarse su imagen.

Precisamente, los cuestionamientos al primer ministro se iniciaron por la alianza incondicional con Estados Unidos y los motivos para implicar este país la guerra, la existencia de armas de destrucción masiva en suelo iraquí.

Ese argumento, del que siempre se dudó, se corroboró su fragilidad al no aparecer nunca ese tipo de armamentos, lo cual puso la credibilidad de Blair en la picota pública y provocó que un alto por ciento de sus compatriotas lo calificaran de mentiroso en las encuestas.

En coincidencia con el tercer aniversario de la invasión a Iraq, decenas de miles de personas pidieron la víspera en varias capitales occidentales, entre ellas la británica, la retirada de las tropas.

Esos reclamos y la muerte de más de un centenar de militares británicos ha llevado al ejecutivo a anunciar un posible repliegue, desde luego escalonado y el cual condiciona a que el ejército iraquí este en condiciones de asumir su seguridad.

A la presencia de más de ocho mil militares en ese estado árabe se adjudica los atentados de Londres de julio pasado que causaron 52 muertos y los altos costos que representa para los contribuyentes esa fuerzas en el estado árabe.

Pero también esa permanencia ha manchado el prestigio del ejército británico, involucrado en torturas y humillaciones a prisioneros iraquíes, el último de ellos revelado en un vídeo, en el cual aparecen ocho soldados golpeando a cuatro jóvenes.

En su tercer mandato, el cual posiblemente no concluya y pase al ministro de Economía Gordon Brown, Blair deberá demostrar su habilidad para abandonar el gobierno con algo de prestigio, pues sus críticos se burlan de lo que llaman su fracaso por imitar y seguir al aliado y presidente estadounidense, George W. Bush.

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