jueves, marzo 09, 2006

Las regiones deben definir su vocación si quieren sobrevivir al TLC


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  El jefe del equipo negociador colombiano dijo que quienes ganan con el TLC deberán ayudar para que sea aprobado en las instancias legales.

Cuando Hernando José Gómez regresó el lunes 27 de febrero al país, luego de terminarse la negociación del TLC en Washington, se dirigió a su casa al norte de Bogotá y su esposa -quien tradicionalmente lo esperaba en el aeropuerto o lo acompañaba en los viajes - no estaba en la residencia.

"Llevaba dos días sin dormir y a lo mejor no tenía mucha capacidad para pensar", dice Gómez, un economista manizaleño, que recibió una fuerte influencia de su padre, el abogado y economista boyacense, Hernando Gómez Otálora, quién fue ministro de Hacienda y uno de los inspiradores del Acuerdo de Cartagena, que dio origen a la hoy Comunidad Andina de Naciones, CAN.

Antes de entrar a su apartamento, Hernando José se dio cuenta que en el edificio, había una reunión acalorada de la junta de administración de copropietarios. Allí estaba su esposa.

Una vez lo vieron entrar, uno de los dueños dijo con graciosa alta voz: "Aquí necesitamos un negociador y quien mejor que Hernando José Gómez". Sin pensarlo, salió corriendo, llegó a su apartamento donde se fumó un puro y tomó dos tragos de whisky y se acostó hasta al otro día.

Gómez, ex director del Banco de la República y ex embajador en Ginebra ante la OMC, es considerado uno de los economistas más ortodoxos del país, de filiación conservadora y doctorado en Economía de la Universidad de Yale.

Desde que comenzó el proceso de negociación del TLC con Estados Unidos, en los primeros meses del 2004, Gómez fue designado cabeza del equipo técnico colombiano encargado de adelantar las conversaciones. Montó los equipos sectoriales y siempre mantuvo el control de la situación.

Desde que oficialmente se cerró la negociación, por primera vez accedió a conceder una entrevista con un medio escrito.

¿Si tuviera que arrancar nuevamente la negociación, ¿Qué no haría?

En primera instancia, probablemente en las tres primeras rondas avanzaríamos más rápido. ¿Por qué? Porque al final del día realmente las diferencias se concentran en una serie de elementos y si uno se hubiera podido focalizar más rápido en esas diferencias, probablemente nos hubiéramos podido ahorrar unas tres rondas.

¿Usted lo que quiere decir es que la propuesta agrícola debió presentarse antes?

Probablemente hubiera tratado de avanzar más rápido en la presentación de las propuestas agrícolas desde un comienzo, porque eso nos hubiera podido ahorrar también un poco de tiempo. Hubiera ayudado estratégicamente, no tanto porque hubiéramos logrado un mejor negocio, porque la verdad -y en eso soy totalmente franco dadas las circunstancias en que nos tocó negociar el paquete que logramos en general, es el mejor que hubiéramos podido sacar.

No siento que hayamos dejado valor en la mesa, había un proceso de maduración que hacía adecuado el momento del cierre, y en este sentido, cuando miro las 40 cosas que no habíamos cerrado en el momento en que Perú cerró, creo que la ganancia fue inmensa al haber esperado esos tres meses fue crucial.

Pero como un todo, si hubiéramos arrancado partiendo de decirles de entrada a los americanos: mire, estamos de acuerdo en el 50 por ciento de los textos en promedio, y de aquí en adelante sí discutamos, probablemente hubiéramos podido entrar en materia mucho más rápido.

Ahora, hay que pensar también que Colombia venía de negociar Mercosur, pero en un espectro mucho más limitado, de bienes, y realmente la última negociación grande se había hecho con el G-3 hacía más de 10 años, y el equipo era totalmente nuevo y empezamos con el más grande de primero.

¿E.U. reconoció asimetrías o que Colombia es un país pequeño?

Obviamente, ellos saben que nosotros tenemos un menor desarrollo, pero en la mesa hay diferentes tipos de actitudes y tipos de negociadores, unos muy respetuosos que van a tratar de la misma manera a un negociador europeo que uno de Ruanda, otros creen que tienen una ventaja, pero en la medida en que nuestros negociadores no tenían complejos entonces pudieron enfrentarlos. Hubo algunas crisis y quejas en ese sentido. Hay varias cosas que se pueden mostrar en las que Colombia recibió un trato simétrico a favor nuestro.

¿Las cifras del agro no lo muestran así en términos de acceso?

Quiero ver esas cifras, ya las pedí y no estoy de acuerdo. Precisamente pedí que enviaran las cifras para ver cuáles cálculos habían hecho y poderles contestar.

¿Hay quienes dicen que no se logró más de lo que se tenía en Atpdea?

Indudablemente si se logró y por lejos. Primero: en Atpdea se cubría menos de la mitad del arancel gringo, ahora cubre todo el arancel con excepción de 20 partidas arancelarias que se desgravan a 10 años. Nosotros hicimos un examen con el sector privado de cuál era la oferta potencial o actual que no tuviéramos beneficiada por Atpdea y encontramos unas 1.500 posiciones arancelarias y clarísimamente ahora, al estar cubiertas estas partidas es un Atpdea más.

Segundo, se triplica la cuota de azúcar y de tabaco. También está en servicios el acceso, las asimetrías en compras públicas. En solución de controversias también, pues si mañana E.U. quiere quitarnos una preferencia de Atpdea lo hace y no tenemos a quién quejarnos, con el TLC uno tiene un esquema de solución de controversias a dónde acudir. Indudablemente este es un Atpdea ‘triple plus’. El otro punto que se me quedaba era el tema sanitario y fitosanitario pues sólo en este contexto se pueden agilizar los procesos para lograr solución a nuestras solicitudes en esta área.

¿Cuáles fueron los momentos más difíciles en la negociación? ¿Uno de ellos fue entregar a cambio de nada las franjas de precios?

Lo de la franja de precios estaba muy cocinado. ¿Qué es un momento difícil? Cuando había crisis ya sea con los americanos, el sector privado colombiano, en el equipo o con el resto del Gobierno. Indudablemente fue difícil el episodio de Luis Angel Madrid en materia de propiedad intelectual, fue desagradable y muy inesperado y en general todo lo que cundió alrededor de eso.

Otra etapa complicada y difícil para mi- fue asumir el liderazgo de la negociación agrícola, porque lidiar con la negociadora americana en particular no es una cuestión fácil y el gran reto mío era poder subir eso rápidamente donde el embajador... hubo unos días -dos o tres donde no podía avanzar porque ni ella dejaba avanzar ni yo le iba entregar las cosas a cambio de nada, obviamente. Otra etapa jarta y aburrida fue cuando Perú cerró. Todos los que querían tratado en Colombia empezaron a decir que no éramos capaces de cerrar y otros no querían tratado y nos decían no vayan a cerrar, mire el mal cierre que hizo Perú.

¿Cómo evalúa el papel de sector privado en el TLC?

Hubo gente impresionante, hubo gente que estuvo en todas la rondas o faltó si acaso a una o dos y que participó siempre. Yo puedo contabilizar que puede haber del orden de unas cien personas representativas de todos los sectores de la economía que estuvieron permanentemente con nosotros haciéndole seguimiento y que aprendieron mucho. Tenemos unos críticos, pero cuando ven el grueso de la gente, el grueso de los dirigentes están tranquilos, entonces eso paga la pena.

El Gobierno siempre se quejó de la timidez de los defensores del TLC. ¿Cree que fue así?

Yo nunca me quejé de eso, nunca. Porque yo sabía que mientras no hubiera paquete era muy difícil que ellos salieran a defenderlo. Ahora sí puedo con tranquilidad decirle a los que claramente son ganadores desde el día uno en el tratado, mátense por apoyar que salga este tratado bien librado en el Congreso y en la Corte. Y no es bueno dar nombres, pero tipos como Luis Carlos Villegas y Javier Díaz siempre se la jugaron a favor de la cosa.

¿Hubo gente que sufrió transición hacia decir primero que no apoyaba y luego que sí?

Un caso muy diciente fue el de Acopi. Entró sintiéndose perdedor neto, con una crítica muy grande, que aquí se iba a permitir los usados, que esto era solo para beneficio de la gran empresa. A medida que fuimos avanzando en la negociación y logrando unos elementos para las pymes que eran importantes, como que no entraran los usados, que se garantizara que los remanufacturados tenían una definición estricta razonable, que en las compras públicas iban a tener alguna ventaja, que en la comisión de administración del tratado iban a quedar las pymes como una de las funciones del monitoreo y seguimiento. En ese momento hubo un proceso de transición de las pequeñas y medianas empresas a apoyar entusiastamente el tratado.

¿Si usted fuera arrocero colombiano, sembraría arroz en unos años?

Estoy convencido de que, por ejemplo, todas las zonas que tienen riego van a ser rentables en el tema del arroz indefinidamente. Pero en zonas marginales probablemente sí van a tener que buscar alternativas de largo plazo. Y para eso son los plazos de transición naturalmente. Ahí está el reto que tenemos, y en eso estoy totalmente de acuerdo con Rafael Mejía, en que el programa de compensaciones no debe ser sólo para los perdedores.

La idea es que los ganadores puedan volverse ganadores rápido y con eso envíen señales a quienes en las nuevas condiciones de precios relativos no van a tener la rentabilidad suficiente para mantenerse en el mercado y se pasen a otros productos. En el caso del arroz, si fue fuera productor y estuviera en una zona de riego estaría muy tranquilo, pero si estuviera en una zona marginal pues tendrá que estar preocupado.

¿Usted cree que la liberación comercial va a ser traumática en el corto plazo, como lo fue la apertura?

Yo creo que no. Creo que los impactos van a ser más que todo de desviación de comercio. La gran mayoría de los aranceles que se redujeron en forma inmediata son de 5 y 10 por ciento. Entonces no es que uno diga abrieron la puerta. Acuérdense que la apertura económica tuvo reducciones de aranceles de 30 y 40 puntos.

Ahora, casi todos los aranceles de 15 y 20 por ciento que se desmontan con el TLC se van a desgravar a 5 y a 10 años. Entonces va a ser un proceso más lento. Por otro lado, lo que va a haber es más desviación de comercio: lo que antes se compraba en Europa ahora se comprará en Estados Unidos. Por ejemplo, el trigo y el maíz.

¿Con el TLC, tiene futuro la Comunidad Andina?

En todo el proceso de negociación fuimos muy cuidadosos en minimizar cualquier tipo de contradicciones entre la normatividad andina y lo que estábamos negociando en el TLC. Tendremos que hacer algunos ajustes a la 486, producto fundamental de la reciente decisión del Tribunal Andino. En lo demás, la verdad yo no veo complique. En los aranceles tampoco veo problema: en estos momentos tenemos aranceles con México y Chile, y Venezuela está negociando con los países árabes, Bolivia tiene sus propios aranceles con Mercosur.

Uno no puede perder de vista que cada vez que uno negocia un tratado con otro país está erosionando las preferencias a los anteriores, eso es economía básica. Obviamente, al darle preferencias a Estados Unidos, Colombia le está quitando en parte las ventajas comparativas que tienen los demás países que tienen libre comercio con nosotros.

Ahora viene el trámite del TLC. ¿Qué espera que pase?

Esperamos que en unas dos semana Estados Unidos notifique a su Congreso y eso implica que tienen la intención, en un plazo mínimo de 90 días, de firmar un acuerdo con Colombia. Durante esos 90 días se hace el escrutinio legal y Estados Unidos tiene que presentar una serie de informes a las diferentes comisiones del Congreso de ese país sobre su impacto en la economía americana, los derechos humanos y de los trabajadores.

Nosotros aprovecharemos estos 90 días para empezar el examen inicial del Congreso. Estos noventa días arrancan el 20 de marzo y eso significa que nos iremos en esto hasta el 20 de junio.

A partir de ese momento tendremos que fijar la fecha de la firma que seguramente será en la primera quincena de julio. Una vez sucedido esto, el Presidente Uribe seguramente decidirá llevarlo el 20 de julio al Congreso y someterlo a la discusión.

Pero antes de entrar en vigencia requiere la aprobación de varias leyes. ¿Una demora más?

Nosotros esperamos no tener el mismo problema de Chile, en donde primero se aprobó el tratado y después empezó a meter todos los cambios en la legislación. Lo más conveniente y eficiente sería llevar al Congreso simultáneamente los ajustes de la legislación.

¿Cuáles van a ser los temas de esas leyes?

No tengo ni idea. Estamos en esa evaluación en este momento. Por ejemplo, necesitamos fortalecer la Superindustria. Habrá muchas cosas por decreto, pues no todo requiere de ley.

En el primer semestre del 2007 pasa a la Corte. ¿Se podría pensar que el tratado entra en vigencia en el 2008?

No hago adivinanzas del futuro.

¿Pero qué puede pasar con las preferencias del Atpdea que vencen este año?

Hay que pedir una extensión de las preferencias al Congreso americano.

Si el Atpdea era una concesión unilateral pero política, ¿por qué el TLC no comenzó a negociarse con el Departamento de Estado sino con el de Comercio?

Porque el Departamento de negociaciones comerciales es el responsable de este tipo de negociaciones cuando son permanentes. No es competencia del Departamento del Estado. No es cierto que las de Atpdea eran concesiones que no nos costaban. Primero, cada año había una revisión a las situaciones de conflicto comercial entre E.U. y Colombia y lograr la certificación de nuevo implicaba obviamente concesiones adicionales o presiones sobre ciertos temas. La última vez que se prolongaron las preferencias fue por cinco años y en ese período nadie serio expone su capital. Eso significa que las inversiones de largo plazo quedan excluidas por esas consideraciones.

Tampoco había ningún tipo de solución de controversia y si alguien se quejaba en el otro lado podía ser bloqueado. Por eso el TLC tiene miles de ventajas sobre el Atpdea y no es que este último fuera gratis. Nunca lo ha sido. Es mejor consolidar esto de por vida pagando una sola vez y no en cómodas cuotas anuales.

¿Les sirvieron los cursos de negociación que hicieron?

Muchísimo. Para organizar una negociación basada en intereses. Aprendimos a superar una negociación posicional. Nos sirvió para ser creativos en la mesa como lo reconocen los mismos negociadores de Estados Unidos. También nos ayudo el tema de resolver por paquetes. Yo le entrego esto pero eso está relacionado con aquello entonces me entrega tal cosa.

¿Cómo observa el tema de localización de empresas?

Este será un asunto absolutamente crítico. Los grandes retos los van a tener Bogotá, Medellín y Bucaramanga, para decir tres ciudades claves, porque las ciudades que están en el valle del Magdalena aprovechan el valle para sacar sus cosas más rápido. Para Bogotá será crítico qué tan eficiente, qué tan amplio y qué tan funcional quede la ampliación de Eldorado y Cali realmente en la medida en que logre solucionar todos los problemas de Buenaventura tiene por ganar. Cali tiene ya doble calzada en todo el departamento y está en una posición privilegiada, las de la Costa están tranquilas, entonces uno ve muchas posibilidades ahí.

Lo que yo haría para Bucaramanga y Cúcuta sería conseguir buenas conexiones al Magdalena. Lo que ellos necesitan son excelentes carreteras al Magdalena. Cúcuta está bien cuando le va bien a Venezuela, pero si no tiene una buena carretera a Ocaña, ¿cómo sale? Hay que desembotellarlos hacia el Magdalena.

¿Y los de Ibagué y Villavo que se vengan para Bogotá?

Su gran mercado es Bogotá. Y lo que tenemos que garantizar es la viabilidad económica de Bogotá para que sigan siendo atractiva para todas las ciudades vecinas. Los bienes para exportación a E.U. deben ser especializados, con mucho valor agregado, y en el caso de Bogotá, la exportación de servicios es fundamental.

¿Se sobredimensiona el TLC a nivel regional?

Las regiones deben definir sus vocaciones concretas y no todas deben creer que su salida es vender a E.U.

¿Hay futuro con la competencia china?

La respuesta es un rotundo sí, por qué, porque mientras China tiene que pagar una serie de aranceles que si bien en E.U. tiene de 3 y 4 por ciento también hay de 20 y 30. En algunos aranceles está en el 15 y 20 por ciento, entonces, tener este espacio de poder llegar sin aranceles a E.U., afianzar una serie de relaciones comerciales, penetrar ciertos nichos de mercado antes de que sean viables para los chinos pues es evidente. Obviamente en productos muy genéricos del sector confecciones, como productos de bajo valor agregado en confecciones pues no vamos a competir ni frente a la China, ni frente a India, Sri Lanka o Indonesia.


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