jueves, diciembre 29, 2005

Spielberg muestra la cara oculta de la lucha antiterrorista

«Munich», la última película del director judío, fomenta un intenso debate intelectual en los Estados Unidos e inspira inquietantes reflexiones sobre las tácticas de la Casa Blanca desde el 11-S. Diplomáticos israelíes la califican de «superficial, pretenciosa e injusta»

Iar Noticias  29 dic

"Toda civilización se ve en la necesidad de negociar compromisos con sus propios valores».

Aunque parezca un argumento pronunciado en el transcurso de alguna decisiva reunión en la Casa Blanca para justificar todas esas prerrogativas en la lucha contra el terrorismo asumidas por la Administración Bush desde el 11-S, la frase en cuestión es parte del guión cinematográfico de «Munich», la última película de Steven Spielberg, que pese a haber sido teóricamente concebida como una «oración por la paz» viene desatando desde su navideño estreno en Estados Unidos una llamativa polémica, a múltiples bandas, sobre límites, tácticas y retribuciones.

Este llamativo pronunciamiento sobre «compromisos» forma parte en el largometraje de Spielberg de la vengativa lógica supuestamente aplicada por la primera ministra de Israel Golda Meir al dar luz verde para la formación de un comando ultra-secreto del Mossad destinado a eliminar, uno por uno, a los responsables del grupo «Septiembre Negro», la banda terrorista que en 1972 orquestó un televisivo ataque durante los Juegos Olímpicos de Munich en el que perdieron la vida once atletas de Israel.

Formalmente, el Gobierno de Israel nunca ha aceptado responsabilidad por los nueve asesinatos de cabecillas palestinos vinculados a la masacre de Munich.

Pero la película de Spielberg postula que esa mentalidad del «ojo por ojo» no ha hecho más que alimentar y perpetuar el conflicto entre israelíes y palestinos, desbordando el odio de los radicales musulmanes hasta salpicar a Estados Unidos.

 Además, el popular cineasta -maestro a la hora de jugar con las emocioones humanas- plantea que estas tácticas extrajudiciales con sus casi inevitables víctimas inocentes generan a la postre más terrorismo.

 

La película también está sugiriendo inquietantes reflexiones sobre algunas de las más cuestionadas tácticas utilizadas por la Administración Bush desde el 11-S.

Incluidos ataques selectivos, cárceles secretas de la CIA, prácticas de tortura fuera de Estados Unidos, internamientos «sine die» en la base de Guantánamo y espionaje doméstico sin autorización judicial.

Además de alentar incluso discusiones sobre si la presencia militar del Pentágono en lugares como Irak sirve para erradicar el extremismo o contenerlo.

Como ya es problema habitual de Hollywood, la veracidad de la historia contada en «Munich» se encuentra bajo sospecha.

La película -cofinanciada por DreamWorks y Universal- está basada en el libro «Venganza», publicado por George Jonas en 1984.

El propio autor, un periodista canadiense, ha reconocido que parte de su trama está basada en una sola fuente y que fue incapaz de verificar ciertos detalles de esta historia, rechazada desde un primer momento por los responsables de los servicios de Inteligencia de Israel, país donde la película está siendo promocionada como «una obra de ficción, inspirada por hechos reales».

No hay comentarios.: